Bienvenidos!

PRP es un joven emprendimiento orientado a la transmisión y debate de temas vinculados con la salud y la psicología desde una perspectiva interdisciplinaria, dando la palabra a especialistas en los diversos temas abordados.

Creamos un diálogo permanente con los oyentes, en tanto actores sociales, generando un espacio en el que se privilegie la palabra: un lugar para la expresión y para compartir inquietudes que interesan a toda la sociedad.

El programa se emite al aire, desde hace más de diez años, todos los días sábado a las 16 hs. por Radio Hermes

Idea y Dirección: Lic. Marcelo Della Mora
Producción: Lic. Chabela Dávila y Lic. Lena Reingold
Operación Técnica: Lupe Duarte

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martes, 30 de junio de 2020

Intervenciones psicosociales en víctimas de trata de personas

Víctimas de trata ¿cómo intervenir después del rescate? será el tema central de nuestro programa radial del sábado 4 de Julio de 2020, 16:00 hs. de Buenos Aires (GMT -03:00)

Conversaremos con una invitada especial:

* Lic. Viviana Caminos. Lic. en Trabajo Social y Lic. en Ciencia Política. Presidenta de RATT Red Alto al Tráfico y la Trata. Ex directora del Programa de Rescate a Víctimas de Trata. Ministerio de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Docente universitaria.

 

Algunas preguntas que nos guiarán durante el programa:

️ ¿Qué es la trata de personas?

️ ¿Desde cuándo la trata existe la trata como delito y cuál es el órgano de fiscalización?

️ En tiempos de confinamiento ¿hay más o menos riesgo de caer en la trampa/engaño de las redes de trata?

️ Últimamente hemos escuchado debates encendidos en torno a que la prostitución sea considerada un trabajo sexual ¿existe la posibilidad de formar un sindicato?

️ Hay abordajes específicos para las víctimas de trata de personas?

 


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Programa Radial Psi (conocido también por sus siglas PRP), conducido por el Lic. Marcelo Della Mora y producido por la Lic. Isabel Dávila y la Lic. Lena Reingold, ha sido distinguido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación internacional para la prevención del suicidio (IASP) en la categoría: Periodismo Responsable. En el año 2015, PRP fue galardonado con el premio Faro de Oro en la categoría: Salud. En 2017, PRP obtuvo el premio Rio de los Pájaros en la categoría: Prevención y salud.

 

Te esperamos, como todos los sábados a las 16 horas de Buenos Aires, en www.RadioHermes.com

 

 

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Programa Radial Psi: un lugar donde la palabra la tenemos todxs...
Décima Temporada

 

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jueves, 25 de junio de 2020

Nona, Décima y Morta

Nona, Décima y Morta

RELATO
por Miguel Ángel Gayo Sánchez

 

―Doctor, ¿vio usted el alma de mi padre escapar del cuerpo?

Después de veintiocho años practicando autopsias, el doctor Mario Ceballos se enfrentaba al dolor de los familiares con el rol impostado de la comprensión. Pero aquella pregunta le alteró la pose.

―Nunca vi tal cosa.

El joven le agarró del brazo y le clavó su mirada varada en el asombro.

―¡Imposible! La sangre de los cuerpos aún está caliente cuando usted los raja. Tiene que haber percibido algo. Una luz, un escalofrío, algo. ¡Sea sincero! El alma de mi padre se le escapaba incluso en vida. ¿Qué le voy a decir a mi madre? Hable usted con ella. ¡Mienta si es necesario! Dígale que un inusual olor a nardos inundó la sala de autopsias. A mi padre siempre le gustaron los nardos en flor.

El doctor se zafó con suavidad del agarre del joven.

―Le puede decir a su madre ―acababa de recordar algo― que tras la muerte, las vísceras de los difuntos se aligeran del peso de la vida.

El doctor regresó a la sala de autopsias. Le esperaba el cuerpo de un joven suicida al que encontraron descoyuntado en los bajos de un viaducto. Trabajo rutinario para la ciencia forense.

 

El doctor compartía piso con Simón, un gato balinés de pelo blanco y sedoso. El carácter leal de esta raza solo aceptaba un dueño, así que durante los trámites del divorcio nunca se discutió la querencia del animal hacia su persona.

Una insólita profilaxis le unía con el animal. El jabón antiséptico de la clínica forense le provocaba una molesta urticaria en las manos. Simón arrastraba con sus lametones las células muertas de la piel, lo que calmaba el escozor y ayudaba a sanar las heridas.

Después de la cena se recostó en su sillón de masajes y ajustó un ciclo completo. El sillón, un armatoste con cuatro motores, lo adquirió en el centro comercial a una joven vendedora de voz acaramelada. Pero no fue la sensualidad de la muchacha lo que provocó la compra. Más perturbadora que la joven resultó sentirse elegido de entre el público que a esa hora atestaba el centro comercial. «A la gente de su edad, un masaje diario le resta años», aseguró la vendedora, con lo que certificaba la veteranía de su imagen.

―Claudiqué ante aquella jovenzuela ―dijo en voz alta mientras acariciaba el lomo de Simón, que también parecía saber apreciar las excelencias del armatoste. Luego se dejó lamer la urticaria de las manos con la lengua cónica del minino mientras su cabeza compensaba lascivamente el desaire de la vendedora.

De pronto, las imágenes libidinosas cesaron y dieron paso a la conversación que mantuvo con el hijo del hombre al que le gustaban los nardos en flor. «Las vísceras de los difuntos se aligeran del peso de la vida», una extraña respuesta impropia de su oficio. ¿Qué le llevó a afirmar tal cosa? Ahora, aquellas palabras le resultaban extrañas, como si hubiesen sido pronunciadas por otra persona.

―He rebuscado en las entrañas de cientos de cuerpos y jamás encontré el más mínimo atisbo de algo que lo pueda transcender. Si el alma existe, no es computable en términos forenses.

Este último pensamiento pareció tranquilizarlo y le predispuso para el descanso nocturno. Pero solo fue una pequeña capa de barniz espoleada por su educación científica. Un imprevisto la hizo saltar en mil pedazos a las pocas horas. Y es que, aquella noche, el corazón del doctor Mario Ceballos dejó de funcionar.

 

En un primer momento creyó que se trataba de una imagen onírica lanzada desde el sueño profundo. Pues tuvo la representación de que alguien le apoyaba un puño sobre su corazón y se lo retorcía. Pero el intenso dolor en el pecho le pareció demasiado real. Luego el dolor se extendió desde el corazón hasta la quijada y terminó por despertarle. Cuando el dolor reptó hacia el hombro izquierdo y se deslizó por ese brazo, comprendió que sufría un infarto agudo de miocardio.

Volvió a despertar en la sala coronaria del hospital provincial. Lo llevaron allí después de que él mismo consiguiese telefonear a los servicios de emergencia. Para él, todo eso forma parte del sueño. Lo único que recuerda de aquella noche ―aparte de ese puño retorciéndole el corazón― es la lengua cónica del minino lamiéndole la mejilla. El gato, así, se despedía de su amigo, y pudo tener un último gesto para con él al esbozar una mueca de sonrisa justo antes de perder el conocimiento.

Despertó al caer la tarde, cuando los hospitales se vaciaban de visitas y el personal médico se reducía a lo imprescindible. La primera persona que le informó de lo sucedido fue la enfermera del turno de noche. Dijo llamarse Nona. Debía de ser extranjera. En su acento se apelotonaban los dejes de varias lenguas.

―Estuvieron aquí su mujer y sus hijos.

Mario torció con desdén la cabeza hacia el monitor de constantes vitales y observó la frecuencia cardiaca.

―Mi corazón parece cansado ―murmuró.

―Entonces piense en aligerarlo antes de que sea demasiado tarde ―dijo la enfermera.

Mario se giró hacia ella:

―¿Aligerar el corazón? Es curioso que usted lo mencione. Hoy mismo hablé yo de esa posibilidad. Pero me refería a las vísceras de los muertos.

La enfermera se acercó a la cama y le arropó para el descanso.

―El corazón es la gran víscera de los vivos. Aunque existen otras que también cuentan ―dijo―. Doctor Ceballos, usted trabaja con restos, con lo que resta de la vida cuando esta decide partir. Mi especialidad es otra. A esta unidad llegan personas que visitaron el umbral sin llegar a traspasarlo. Esto los coloca en situación de ventaja.

―¿Ventaja? ¡Menuda ventaja sufrir un ataque al corazón!

La enfermera se acercó hasta la puerta y apagó la luz. Antes de abandonar la habitación, le habló entre penumbras:

―Por mi trabajo, he ayudado a muchos moribundos en los días previos. Sé de lo que hablo. ¿Sabe usted que las contradicciones, las frustraciones y los resentimientos se reflejan físicamente en el cuerpo? Cuando algo nos produce miedo solemos sentir un extraño cosquilleo en el estómago. El odio exacerbado a otra persona se nos agarra en el hígado. Las cosas que nos dan asco nos remueven las tripas y nos hacen vomitar. Las prisas nos producen acidez; las indecisiones, estreñimiento; la inseguridad, diarrea. Y así siguiendo. Todo se refleja en el cuerpo, se sobreimpresiona en él como si fuese una película fotográfica. Algunas vísceras son determinantes en este proceso. En ellas se atenazan las contradicciones más profundas, los odios insalvables, los resentimientos más intensos. Y con esa carga es imposible partir. Algunos pueblos antiguos intuyeron esto. Recuerde el mito egipcio sobre el juicio final. El difunto se presentaba con el corazón en la mano ante la balanza de las almas. Solo si su corazón pesaba menos que una pluma podría seguir el camino ascendente por el reino de los muertos. En fin, trate de descansar. Mañana vendrán sus familiares.

La enfermera cerró la puerta. Mario, no obstante, creyó seguir escuchando su voz de acento inescrutable:

―Reconciliarse con los seres queridos es como volver a nacer. Entonces nos volvemos ligeros como una pluma. Siéntase afortunado por saber esto.

 

Aquella noche, Mario soñó con su hija cuando aún era una inocente y preciosa niña. Hoy, la abogada penalista Mercedes Ceballos defendía a poderosos delincuentes de cuello blanco sin el candor de la infancia, y su rostro, hierático ante el tribunal, se aceraba con el paso de los años. Mario soñó con sus interminables abrazos junto al columpio del jardín, cuando para ella él era el mejor papá del mundo. El columpio lo construyó él mismo en un alarde de bricolaje que sorprendió a su mujer ―que siempre le recriminó su dejadez para los arreglos domésticos―, pero esa niña tan querida bien se lo merecía. En el sueño, después de los arrumacos que Mercedes le prodigaba y que tantos celos provocaron en su hermano, la balanceó en el columpio al son de una canción que inventaron en secreto y que en vigilia ya le resultaba imposible tararear. El columpio ganó en velocidad al ritmo del estribillo y terminó por salir despedido hacia el cielo, llevándose a la niña. Su mujer observaba la escena desde la ventana de la casa como si fuese una estatua de sal.

Se despertó en mitad de la noche con esa mirada escrutadora de su mujer y con la visión de la hija balanceándose en las nubes.

―Te alejaron de mí, y eso es irreconciliable ―susurró con lágrimas en los ojos.

Pulsó el botón del interfono y solicitó la presencia de la enfermera. De pronto, sentía una fuerte necesidad de hablar con ella.

―¿Quién es usted? ―preguntó decepcionado cuando se presentó otra persona―. ¿Podría avisar a su compañera? Una tal Nona.

―¿Nona? Será mejor que descanse. Mañana vendrán sus familiares. Están muy preocupados. Su hija se ha llevado un buen disgusto.

La enfermera le ofreció un somnífero. Los sueños, si los tuvo, ya no le perturbaron.

 

Por la mañana se despertó con un rictus de clarividencia. Los problemas en sus pulmones, una pequeña insuficiencia respiratoria que le ahogaba en los esfuerzos, lo relacionó con la añoranza de la hija.

―Los pulmones, como alas de mariposa que baten el viento.

Cerró los ojos y dejó que su hija, convertida en mariposa, volara alegremente.

―Es hora de despertarse, doctor Ceballos ―le interrumpió la enfermera del turno de mañana―. Tiene visita.

La primera en entrar fue Fabiola, su exmujer, que portaba la bandeja del desayuno. Le acompañaba su marido, el hombre que lo sustituyó.

―¡Qué disgusto nos has dado, Mario! ¿Cómo te encuentras?

Llegaba adornada y maquillada en exceso, tal como a ella le gustaba.

―Te aconsejo que guardes esas joyas tan pomposas durante mis exequias. La gente puede pensar que te alegras de mi muerte ―ironizó Mario.

Fabiola se acercó a la cama y colocó la bandeja en la mesa auxiliar.

―Tengamos la fiesta en paz. Los niños andan muy preocupados.

Entraron Mercedes y Alfonso, sus dos hijos.

―Papi, ayer soñé contigo ―dijo Mercedes acercándose a la cama y besándole con ternura en la frente―. Luego mamá telefoneó y me contó lo sucedido.

Hacía muchos años que su hija no se dirigía a él con ese calificativo. Cuando se quedó a vivir con su madre tras el divorcio, la pequeña Mercedes erigió una barrera que el tiempo se encargó de asentar.

―¿Soñaste con mariposas? ―preguntó Mario.

―¿Cómo lo sabes? ―la hija se sorprendió―. Todo sucedía en la sala de vistas del juzgado. De pronto, el fiscal y el juez se envolvían en sus togas y se convertían en arañas negras. Iban a devorarme cuando una mariposa sobrevoló la sala. ¡Eras tú, papá! No sé cómo, pero yo también me transformé en mariposa y juntos pudimos escapar. Parece una pesadilla, pero me desperté descansada y feliz.

Alfonso se acercó a su padre y amagó un saludo con la mano.

―Yo no sueño con mariposas. Será porque llevo toda la noche sin pegar ojo. Los médicos se temían lo peor. Ha faltado muy poco para que hoy te encontrases en la mesa de disección de alguno de tus colegas.

―No seas bruto, Alfonso ―le recriminó su madre.

―Pareces idiota ―dijo Mercedes―. Se te están pegando las groserías de tus alumnos.

―Dejadle en paz ―intervino Mario―. Alfonso habla con las tripas. Pero no es culpa suya. No del todo. Siempre tuvo celos de ti. ―Torció el gesto hacia Mercedes―. Según la enfermera del turno de noche, eso termina por enmarañar los intestinos. Ahora entiendo lo delicado de estómago que fue desde niño. ―Se giró hacia su hijo y le habló con cariño―. Terminarás con una úlcera si no le pones remedio.

―¡Déjalo, papá! No sigas por ese camino ―protestó Alfonso.

―Puedes empezar ahora ―insistió Mario―. Suelta las tripas. ¡Dile a tu padre lo cabrón que fue contigo! Dile lo despreciado que te llegaste a sentir. Cuéntales a tu madre y a tu hermana el día que tu padre te convirtió en el hijo invisible.

―Déjalo papá ―balbuceó Alfonso con la voz tomada.

Mario extendió la mano y agarró con fuerza la de su hijo. Alfonso siempre huyó de los roces y nunca antes tuvieron un contacto así.

―Acércate, Alfonso. Quiero decirte una cosa.

El hijo se inclinó por la fuerza del padre, que le estiraba de la mano.

―Te volviste invisible, es cierto ―le susurró al oído para que nadie en la habitación escuchase lo que tenía que decir―. Cuando tu madre me dio la patada, eché mucho de menos a tu hermana. Ya sabes lo unido que estábamos. Pero con el paso de los años tu hermana y tu madre dejaron de ser reales y se convirtieron en sombras. Si cerraba los ojos, me costaba hasta imaginarlas. Pero en esos años de desesperación siempre aparecías tú subido a aquel maldito árbol. Seguro que lo recuerdas. Te subiste al árbol y te negaste a bajar. Quizás otro padre hubiese escalado, o buscado una escalera. Yo te lancé piedras hasta hacerte descender.

Mario dejó que una solitaria lágrima resbalase mejilla abajo.

―Son muchas las noches que he subido a ese árbol a rescatarte, hijo mío.

Alfonso se derrumbó sobre su padre y lloró como el niño que fue, como si en ese momento lo rescatasen de aquel árbol infantil. Al inclinarse, los estómagos del padre y el hijo permanecieron juntos durante unos segundos.

―Puede que a partir de ahora mi estreñimiento mejore y tu acidez deje de amargarte las comidas ―dijo Mario mientras abrazaba fuerte a su hijo.

Después de unos minutos se separaron y descubrieron que se encontraban solos en la habitación.

―Deben de estar fuera. Si quieres les aviso ―dijo Alfonso tras secarse las lágrimas con las mangas de la chaqueta.

―Mejor será que descanse. Ahora mi corazón se sobresalta con facilidad. Dile a tu madre que venga esta tarde. ¡Pero que no se traiga al pingüino con el que se casó!

 

Su condición de doctor le permitió algunas prebendas en el hospital. Pudo elegir un menú acorde con sus gustos y sustituir la pieza de manzana por una porción de tocino de cielo. También le permitieron cambiar la pastilla tranquilizante por una infusión de manzanilla. Y es que sentía la necesidad de tener la cabeza despejada.

Después de comer leyó los mensajes del teléfono móvil. Amigos y colegas se interesaban por su estado de salud. Uno de los mensajes se lo enviaba su exmujer. Le avisaba de que esa tarde no podría ir al hospital. «Pero rezo por ti», concluía el mensaje.

Fabiola siempre fue beata de misa y rosario. Este fue uno de sus muchos desencuentros durante el matrimonio. Ella trató de inculcar en sus hijos esos valores, que a él se le antojaban cada vez más lejanos según avanzaba su educación científica. Ya desde los tiempos de la facultad, donde se conocieron, ella estudiaba Historia y creía ver en los grandes acontecimientos humanos la intención última de un destino mayor. A él, por su parte, los profesores le enseñaron a remendar cuerpos o a destriparlos, y los tratados médicos nunca documentaron que un bisturí rajase el alma de algún paciente. Esa educación religiosa de ella no le impidió pedir el divorcio y volver a casarse, lo que para Mario fue una confirmación de la falsedad con la que vivía su fe. Así se lo dijo un día y pasaron varios meses sin dirigirse la palabra.

Se adormiló con estos pensamientos y trató de buscar en sus vísceras el lugar donde anidaba el resentimiento hacia su esposa, tal como le sugirió esa extraña enfermera llamada Nona.

Se despertó de la siesta con hambre. Una de las auxiliares le avisó de que aún faltaba media hora para la merienda. Aprovechó para telefonear a su exmujer.

―Pensé que te encontraría en mi hígado, junto a la bilis ―le soltó en un silencio que se creó después de una breve conversa banal.

―¿De qué hablas? ¿Te ocurre algo?

―Pero no. Nunca estuviste allí. Desde que me enamoré de ti en la facultad siempre has circulado por mi sangre, dándome el oxígeno cuando lo necesitaba. Incluso después de la separación.

―Dices cosas extrañas. ¿Te dieron alguna pastilla?

―Yo te sigo queriendo, Fabiola. A pesar de todo. Necesito que lo sepas.

Mario escuchó la respiración entrecortada de su mujer al otro lado del teléfono.

―Ya lo sé, Mario. Yo también necesitaba escucharlo de ti.

―¿Sabes a quién encontré en el hígado? Me encontré a mí mismo. ¡Ya ves! Así que nada debo perdonarte.

―Cuídate mucho, Mario. Mañana iré con los niños y nos reiremos de este susto que nos has dado.

―Claro, Fabiola. Mañana nos veremos.

 

Una nueva enfermera del turno de noche se presentó en la habitación, le tomó la temperatura y anotó las constantes vitales en el parte diario. A pesar de haber cenado bien, Mario pidió una infusión con galletas y rechazó el somnífero.

―¿Trabaja con ustedes alguna compañera que se llame Nona? ―preguntó Mario cuando la enfermera se presentó con la infusión.

―No me suena.

―Lo imaginaba ―dijo Mario mientras se disponía a soplar sobre la taza.

―Si quiere lo consulto en el cuadrante de turnos. Por aquí pasan muchas estudiantes para las prácticas.

―No hace falta.

La enfermera esperó a que Mario acabase con la infusión y las galletas. Luego recogió la bandeja y bajó la intensidad de la luz.

―Nona es un nombre muy extraño hasta para una enfermera. ¿No le parece? ―dijo antes de abandonar la habitación.

 

Llevaba todo el día comiendo y durmiendo, así que se sentía especialmente lúcido. Sin otro entretenimiento a mano, se pasó cerca de una hora con la vista fijada en el techo. Algunos estudios hospitalarios sugerían decorar las paredes de las habitaciones con pinturas de motivos alegres y relajantes. Pero a nadie se le ocurrió que los pacientes se pasan horas mirando el techo. Y a falta de obras de arte, crean las suyas propias. A algunos le salen verdaderos monstruos y terminan tirándose por las ventanas. Él bien lo sabía por sus autopsias.

Esta asociación artística le llevó a telefonear a su hijo.

―¿Qué te dice el nombre de Nona? Tú eres profesor de Arte. Algo sabrás ―dijo sin preámbulos cuando su hijo atendió la llamada.

―¿Papá? ¿Eres tú?

―Claro que soy tu padre. Espero no haberte despertado. ¿Qué te sugiere el nombre de Nona?

―¿Sucede algo? Es muy tarde. Deberías estar descansando.

―Me respondes y luego descanso. Ya sabes que soy muy cabezón y no pienso dejarte en paz hasta que me cuentes lo que sepas.

El hijo suspiró hondo. Conocía a su padre y sabía que hablaba en serio.

―¿Nona? Deja que piense… Ahora lo único que recuerdo es a una santa. Santa Nona, mártir del cristianismo. Su hijo fue el célebre San Gregorio de Nacianzo, obispo y doctor de la Iglesia.

―Eso no me sirve. Quizás a tu madre le sirvan los santos ―se impacientó el padre.

―Bueno, también está el mito romano de las tres Parcas. Ya sabes, Nona, Décima y Morta. Tres hermanas hilanderas muy fastidiosas, ya que simbolizaban el destino y la duración de la vida de cada ser humano. Nona representaba el nacimiento e hilaba las hebras; luego llegaba Décima y enrollaba el hilo en un carrete, asignando el destino y el futuro a cada mortal; al final aparecía Morta con su balanza y sus tijeras. Ella era la encargada de cortar el hilo de la vida, sin distingos de edad, sexo o poder. Algunos de los que prueban las tijeras de Morta acaban en tu clínica forense, así que a partir de aquí sabes más que yo.

―«Reconciliarse es volver a nacer» ―recitó Mario en voz alta―. Quizás por eso Nona, que representa el nacimiento, tenga mucho que decir en el momento de la muerte. ¿No crees, hijo mío?

El hijo resopló al otro lado del teléfono.

―Me pierdo, papá. Es muy tarde.

El padre le agradeció a su hijo la información y le prometió descansar.

―¿Seguro que te encuentras bien, papá? ¿Quieres que pase la noche contigo?

El padre se despidió con una frase inquietante:

―Quédate en casa. Las Parcas se pasean por la planta de este hospital y podrían equivocarse de persona.

 

Consultó el reloj del teléfono móvil. Marcaba las tres de la madrugada. Curiosamente le costaba recordar si todo el tiempo que transcurrió desde que habló con su hijo lo pasó despierto o llegó a dormir en algún momento. El monitor de constantes vitales parpadeaba y emitía un sonido desquiciante. Se incorporó y desconectó el aparato.

En la penumbra de la habitación escuchó que la puerta se abría y luego se cerraba. Intuyó unas sombras dentro de la habitación.

―¿Eres tú, Nona?

―Sí.

―¿Vienes sola?

―Ya sabes que no.

Mario se recostó y observó por última vez el techo pelado de la habitación. Le hubiese gustado encontrar allí a la Gioconda riéndose de la estupidez humana.

―Hermanas, sed bienvenidas. Me encontráis preparado. Ligero como una pluma, como debe ser. Por favor, acercaos.

Campañas y Programas por el Buen Trato a las #PersonasMayores

A fin de desterrar prejuicios que atentan contra un envejecimiento activo y erradicar la discriminación y el maltrato a los adultos y adultas mayores, distintas instituciones y organizaciones realizan campañas y programas para promover el buen trato.


Campañas y Programas por el Buen Trato a las Personas Mayores

📅 martes 30 de junio

de 10.00 a 15.15

💥 Organizan:
Centro Internacional de Longevidad (ILC) sede Argentina
Red Internacional para la Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez (INPEA)
HelpAge Internacional
CONICET
Red RSDHEAS
Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG)
Asociación Gerontológica Argentina (AGA)
Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER)
Universidad Isalud
Universidad Maimónides

👉 Se expondrán las siguientes campañas y programas:
“Hagamos un trato” (MDV/UNC)
“Hagamos que florezca el buen trato” (MDV/UNC)
“Yo decido quedarme en casa” (Psic. UBA)
“Mirar en grande” (Navarro Viola)
“Tengo derecho a que me trates bien” (UNR)
“Estar aislado no significa estar solos” (UADER)
“2020: Liderazgo hoy” (FIMULP)
“Valóralos, incentivando el buen trato hacia las personas mayores” (RSDHEAS-Uruguay)
“El valor del lenguaje” (SAGG)
“Yo decido” (AMIA)
“#SinEstereotiposHayBuenTrato” (Club de la Porota)
“Por tí, por mí #RespetoyCuidado” (GCBA)
“Campaña #MayorRespeto” (GCBA)
“Dar visibilidad a lo transparente” (AICA-España)
“Mujeres invisibles” (Isalud-Impacto Digital)



lunes, 22 de junio de 2020

Femicidios de mujeres mayores de 60 años

Violencia de género en cuarentena: suman once los femicidios de adultas mayores

por Natalia Muñiz
 
 

 Violencia de género en cuarentena: suman  once los femicidios de adultas mayores

El Observatorio de Femicidios en Argentina "Adriana Marisel Zambrano" coordinado por la asociación civil La Casa del Encuentro registró once femicidios de mujeres mayores de 60 años durante el período del 20 de marzo al 11 de junio, en 84 días de aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus Covid-19.

En la mayoría de los asesinatos el presunto femicida fue el esposo o la pareja, también hay casos de hijos y nietos.

El 73% de los hechos fueron cometidos en la vivienda compartida con el femicida, y el 27% en la vivienda de la víctima.

Respecto a la modalidad del crimen, en el 54% de los casos las mujeres mayores fueron asesinadas a golpes y a golpes con martillo o con maza.

En el período que va del 20 de marzo al 11 de junio pasado, el Observatorio registró, en total, 67 femicidios y femicidios vinculados de mujeres y niñas y 3 femicidios vinculados de varones adultos. Once casos fueron de mujeres mayores, lo que representa el 16% del total de los asesinatos por violencia de género en 84 días de la cuarentena.
Los detalles

En el informe se destacó:

Vínculo con el femicida: 5 esposos/parejas; 2 hijos; 2 nietos; 1 sobrino; 1 vecino.

Rango etario de la víctima: 1 caso de 60 años; 1 de 61 años; 1 de 64 años; 2 de 66 años; 1 de 69 años; 1 de 70 años; 1 de 74 años; 1 de 75 años; 1 de 82 años; 1 de 84 años.

Rango etario del femicida: 1 caso de 21 años; 1 de 25 años; 1 de 26 años; 1 de 29 años; 1 de 32 años; 1 de 54 años; 1 de 64 años; 1 de 68 años; 2 de 76 años; 1 de 83 años.

Modalidad del hecho: 3 a golpes; 2 a golpes con martillo; 1 a golpe de maza; 1 cuchillada; 1 baleada; 1 estrangulada; 1 incinerada; 1 sin registro.

Lugar del hecho: 8 casos ocurrieron en la vivienda compartida con el presunto femicida; 3 casos en la vivienda de la víctima.

Provincias: 5 casos se registraron en la provincia de Buenos Aires; 3 en Santa Fe; 2 en Corrientes; 1 en Salta.

También se remarcó que en dos casos los femicidas se suicidaron; en un caso la víctima había realizado denuncia; y en un caso la víctima fue abusada sexualmente.
Contención y asesoramiento

En declaraciones a este diario, la presidenta de La Casa del Encuentro, Ada Rico, destacó que "estos once casos se registraron desde el 20 de marzo al 11 de junio, en 84 días" de aislamiento social, preventivo y obligatorio.

"Muchas mujeres están en la cuarentena con el agresor y, en el caso de las adultas mayores, es aún más complejo porque conviven, están bajo el mismo techo", y por mandatarios culturales machistas con los que fueron criadas "tienen incorporado el no decirlo, no comentarlo y se quedan en la más profunda soledad", destacó.

"Ocho femicidios de mujeres mayores ocurrieron en la vivienda compartida con el agresor y tres en la vivienda de la víctima. Es muy claro el tema del aislamiento", señaló y subrayó la importancia de brindar contención y "ver de qué manera se la puede ayudar".

"Cuando hablamos de adultas mayores en relación a la violencia de género nos referimos a mujeres que transitaron toda una vida de silencio en un vínculo de violencia, sumisión, tal como se indicaba en su adolescencia", en la época en la que fueron criadas, manifestó.

"’A tu esposo no se lo cuestiona’, ‘a veces tiene días malos’, ‘no te quejes, si él es bueno con los chicos’, eran las frases repetidas incontables veces entre las mujeres de la familia", advirtió, por lo cual "la violencia física, el maltrato verbal y el control se incorporaron a sus vidas como algo natural, incuestionable".

Asimismo indicó que "seguramente alguna vez habrán pensado en abandonar esa relación pero el entorno familiar y social les diría ‘¿para qué te vas a separar después de tanto tiempo?’, ‘si ya vivieron toda una vida juntos, ¿qué va a decir la gente?’ y por la vergüenza al ‘qué dirán’ todo continúa igual".

Por este motivo, Rico sostuvo que "trabajar con adultas mayores es principalmente mostrarles que sus vidas transitan sobre un vínculo violento, visibilizando los indicadores de violencia que han naturalizado a lo largo de sus vidas para mostrarles que pueden poner fin a esa relación sin ser juzgadas".

En este marco afirmó que hay que "acompañarlas y fortalecerlas para que internalicen que una vida sin violencia es posible y que tienen derecho a comenzar a ser felices sin importarles la edad".

De igual forma destacó la importancia que se visibilice el tema porque "cuando se publica una nota de femicidios de adultas mayores, a las mujeres que están transitando una situación de violencia las puede alentar para que hablen con sus familias, amistades"; a la vez que se concientiza "a las más jóvenes, que no tienen que naturalizar la violencia, que no se lo guarden".

La asociación civil La Casa del Encuentro continúa el grupo de asesoramiento y asistencia para mujeres en situaciones de violencia "Si yo puedo, vos también" y el grupo para familiares y amistades "Compromiso". Durante la cuarentena se realizan a través de redes virtuales. Para más información llamar al 4982-2550, enviar un correo a info@lacasadelencuentro.org o visitar la página www.lacasadelencuentro.org

En tanto, el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad puso a disposición para descargar una app que se suma a la línea 144. También se puede enviar mensajes de whatsapp a 11-2771-6463 / 11-2775-9047 / 11-2775-9048 y enviar un correo a linea144@mingeneros.gob.ar Más información en https://www.argentina.gob.ar/generos

FUENTE: https://www.diariopopular.com.ar

Maltrato a las #PersonasMayores

Casos de personas mayores de 60 años registrados en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) en 2019

Por Natalia Muñiz
 


















Maltrato a personas mayores - Psicólogos en Valencia 

 
Del total de los casos, el 79% fueron mujeres; 21% varones

Crecieron 17% las denuncias por maltrato a los mayores

Durante el 2019, la Oficina de Violencia Doméstica realizó 985 evaluaciones de riesgo a adultos y adultas mayores. Nueve de cada diez tenía vínculo familiar con la persona denunciada.

    La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) reveló que en 2019 se realizaron 985 evaluaciones de riesgo a personas mayores de 60 años, un 17% más que en 2018 (815). Del total de los casos, el 79% fueron mujeres; 21% varones. El maltrato psicológico se registró en el 96% de las presentaciones; seguido del físico, con el 46%; el ambiental, 43%; y el económico, 39%. Y nueve de cada diez tenía vínculo familiar con la persona denunciada.
 
    En el informe de la OVD de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se indicó que la frecuencia de la violencia fue semanal y diaria en el 55% de los casos. Y el 53% de las personas afectadas cohabitaba con la denunciada; porcentaje que aumenta levemente entre las personas mayores de 75 años (56%).
 
    Durante 2019, el 6% de los casos registrados en la OVD fueron de adultas y adultos mayores de 60 años.
 
    El 87% de las presentaciones/denuncias fueron realizadas de manera directa por las personas afectadas; y el 13% por otras personas, en calidad de terceras o también en calidad de víctimas.
Los detalles

    De los 985 casos que se registraron el año pasado:
    .- El 72% tiene entre 60 y 74 años.
    .- El 28% son mayores de 74 años.
    Asimismo se aclaró que en una misma situación pueden “coexistir distintos tipos de violencias” y en las evaluaciones de riesgo realizadas por los equipos interdisciplinarios de la OVD se registran todos los que surjan del relato de la persona afectada:
    .- El maltrato psicológico está presente en casi todas las denuncias, registrándose en el 96% de los casos.
    .- El maltrato físico: 46%
    .- Violencia ambiental: 43%
    .- Abuso económico-financiero: 39%
    .- Violencia simbólica: 39%
    .- Violencia social: 10%
    .- Sexual: 3%
    Según los rangos de edad se indicó:
    .- La violencia de tipo económica patrimonial “es más común” entre las personas mayores de 75 años (47%). Entre las personas de 60 a 74 años se registró en el 36%.
    .- Las de tipo ambiental y simbólica fueron “notoriamente más usuales” entre las personas de 60 a 74 años (46% y 40%, respectivamente). Mientras que en los mayores de 75 años, la violencia ambiental se registró en el 37% de los casos y la simbólica, 34%.
    .- También hay diferencia con la de tipo sexual, “aunque en menor medida”. En el grupo de personas de entre 60 a 74 años se registró en el 4% de los casos; entre los y las mayores de 75 años, 1%.
    En tanto “no se observan diferencias” entre rangos etarios para las violencias de tipo físico, psicológico y social.
La frecuencia

    Respecto a la frecuencia de las situaciones:
    .- Entre las personas de 60 a 74 años es mayoritariamente semanal (28%) y diaria (27%).
    .- Entre aquellas de 75 años y más, la frecuencia es mayoriamente diaria (35%) y esporádica (25%).
    .- En ambos rangos etarios, la frecuencia diaria y semanal agrupadas supera el 55% de los casos.
    Por otra parte, se indicó que el 53% de las personas mayores afectadas por situaciones de violencia cohabitaba con la persona denunciada al momento de la presentación. Y ese porcentaje es mayor entre las personas de 75 años y más (56%).
    En referencia a las personas denunciadas:
    .- El 71% son adultos/as entre los 22 y 59 años.
    .- El 27% son mayores de 60 años.
    .- El 2% tienen entre 11 y 21 años.
    .- En el 68% de los casos son varones; 32%, mujeres.
Los vínculos

    Acerca de la relación entre la persona afectada y denunciada, ocho de cada diez tiene un vínculo familiar:
    .- 47% filial. Es el más usual entre las adultas y adultos mayores de 75 años con el 56%. Entre aquellas de 60 a 74 años es de 44%.
    .- 
29% pareja. Es más usual entre los afectados de 60 a 74 años (33%) que entre los mayores de 75 años (17%).
    .- 
4% fraternal
    .- 7% otro familiar hasta 4° de parentesco
    Respecto a los niveles de riesgo evaluados por los equipos interdisciplinarios de la OVD:
    .- Entre las personas de mayores de 60 a 4 años: altísimo y alto 52%; medio y moderado, 59%; bajo 26%.
    .- Entre las personas de 75 años y más; altísimo y alto, 34%; medio y moderado, 58%; bajo, 8%.
    En tanto, se señaló que el 100% de los casos con personas mayores afectadas fueron derivados a la Justicia Civil y el 72% a la Justicia Penal. El 88% de los mismos fueron derivados a asesoramiento jurídico. 
El 55% tuvieron derivaciones al sistema de salud. Y un 28% fueron derivados al programa Proteger del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
    La OVD brinda acceso a justicia a las personas afectadas por hechos de violencia doméstica en Lavalle 1250, Ciudad de Buenos Aires, todos los días, inclusive fines de semana y feriados, durante las 24 horas.
    Las personas que necesiten denunciar un hecho de violencia están exceptuadas de la prohibición de circular durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, declarado por el Poder Ejecutivo Nacional con motivo del Covid 19.

☎️ El teléfono para comunicarse con el programa Proteger del GCBA es el 0800-222-4567, de lunes a viernes de 9 a 17. 
También se puede llamar al 137 durante las 24 horas.

 
39 casos en los primeros dos meses de cuarentena:

    Durante el período de cuarentena entre el 20 de marzo al 20 de mayo se atendieron 39 casos de personas adultas mayores en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD).
    De la cantidad de personas mayores afectadas por hechos de violencia doméstica y registradas en la OVD en ese período: mujeres fueron 32, varones 7, se indica ante un pedido de este diario.
    El 72% de los casos corresponden a personas entre los 60 y 74 años;y el 28% restante, mayores de 75 años.
    Asimismo se destaca que en su mayoría, el 46% de los casos, el vínculo con la persona denunciada es filial; 30% de pareja; 10% otro familiar hasta cuarto grado de parentesco; 7% otros vínculos, 5% fraternal.
    También se señala que el 92% de los casos fueron derivados a la justicia penal; el 90% al asesoramiento jurídico; 49% al sistema de salud; 49% al programa Proteger del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.