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martes, 29 de mayo de 2012

Alfonsina Storni


Aniversario de su natalicio

La poetisa argentina de origen suizo, Alfonsina Storni, nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca del cantón suizo del Ticino. Sin embargo, desde los cuatro años radicó en Argentina, primero en San Juan, posteriormente en Santa Fe, Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata.
Alfonsina, la tercera hija del matrimonio Storni, llevó el nombre del padre, de un padre melancólico y raro. Más tarde le diría a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo».

Tenía 14 años cuando murió su padre y tuvo que trabajar en una fábrica de gorras para ayudar con los gastos de su casa, no obstante la precaria situación que atravesaba, en 1907, ingresó a una compañía de teatro de Manuel Cordero como actriz y recorrió diversas provincias.

Al regresar, la joven Alfonsina se enteró de que su madre se había vuelto a casar.

La poetisa decidió entonces retomar su formación académica y estudió la carrera de maestra rural, recibió su título profesional y comenzó a ejercer su carrera.

Fue colaboradora de las revistas literarias "Mundo Rosarino" y "Monos y Monadas".

En 1911 se trasladó a Buenos Aires, donde nació su hijo Alejandro un año más tarde. Al convertirse en madre asumió enfrentar sola sus decisiones: trabajó como cajera en una tienda y continuó con sus colaboraciones periodísticas, esta vez en la revista "Caras y Caretas".

Con grandes dificultades económicas, Storni logró publicar, en 1916, su primer libro "Inquietud del Rosal".
En un homenaje al novelista Manuel Gálvez, por primera vez en Buenos Aires, en esta clase de reuniones, aparece Alfonsina recitando con aplomo sus propios versos. En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos son apenas aceptables, sorprende su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no era común en los poetas de su generación.

Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.

Storni comenzó a frecuentar los círculos literarios y dictó conferencias en Buenos Aires y Montevideo; colaboró en las revistas "Nosotros", "Atlántida", "La Nota" y en el periódico "La Nación".

La crítica especializada ha dicho que su trayectoria literaria evolucionó desde el Romanticismo hacia la Vanguardia y el intimismo sintomático del Modernismo crepuscular.

El rasgo más característico de su producción, citan, fue un feminismo combativo ejemplo de ello es el poema "Tú me quieres blanca", inspirado en las relaciones problemáticas amorosas.

Compartió la vida artística y cultural del grupo "Anaconda", del que formaron parte los poetas Horacio Quiroga y Enrique Amorín.

En la década de 1930 viajó a Europa y participó de las reuniones del grupo "Signos", al que asistían figuras importantes de las letras, tales como Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna.

Ocho años más tarde, en 1938, participó en el homenaje que la Universidad de Montevideo le brindó a ella, a Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou, considerados tres grandes poetas de América.
 





Su obra ha sido dividida por los estudiosos en dos etapas: la primera de éstas caracterizada por la influencia de los románticos y modernistas, que dio como resultado "La inquietud del rosal" (1916), "El dulce daño" (1918), "Irremediablemente" (1919), "Languidez" (1920) y "Ocre" (1920).

Mientras que el segundo periodo corresponde a una visión oscura, irónica y angustiosa, que se manifiesta en "Mundo de siete pozos" (1934) y "Mascarilla y trébol" (1938).

Storni además incursionó como dramaturga con "El amo del mundo" y "Dos farsas pirotécnicas".

En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. Le dedicó un poema, «Retrato de García Lorca», publicado luego en Mundo de siete pozos (1934). Allí dice: «Irrumpe un griego /por sus ojos distantes (…). Salta su garganta /hacia afuera /pidiendo /la navaja lunada /aguas filosas (…). Dejad volar la cabeza, /la cabeza sola /herida de hondas marinas /negras…».

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama.

En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…

Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.
 

El final

El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las mancillas del reloj».

Hacia mitad de año apareció “Mascarilla y trébol” y una Antología poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad. El 23 de octubre viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes 25 Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa.
A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América». A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, López Buchardo.

El 21 de noviembre de 1938, el Senado de la Nación rindió homenaje a la poeta en las palabras del senador socialista Alfredo Palacios. Este dijo:

«Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».

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