El sufrimiento es una protesta legítima ante las cosas malas que nos ocurren
"No tengo nada que hacer /
No tengo un hogar al que ir /
Quiero estar sedado"
________Los Ramones
Esa sedación tiene que ver con un sistema de #SaludMental que apuesta por la medicalización de los pacientes antes que tratar la raíz de sus problemas.
"El sufrimiento es una protesta legítima ante las cosas malas que nos ocurren"
Afortunadamete cada vez se habla más sobre salud emocional y mental, lo cual es muy importante. Sin embargo, cuando alguien pide ayuda se encuentra con un sistema muy medicalizado que enmarca la angustia en unos términos que privilegian los tratamientos psicotrópicos.
Todo comenzó en la década de los '80 del siglo pasado, época en que el sufrimiento humano dejó de ser una experiencia compartida y comenzó a entenderse como un índice de disfunción interna, un desequilibrio químico o una disfunción cognitiva de la manera en que ves el mundo. A partir de la década de 1980 se despolitizó el sufrimiento.
El problema es que se ha vinculado la salud mental con la economía. La salud se convirtió en un sinónimo de productividad, actividad o todo aquello que el sistema económico quiere que seamos. Y la recuperación se convierte en estar al servicio de los intereses económicos para los que las empresas trabajan.
La mayor parte de los problemas de salud mental de las personas deriva de su entorno, de su contexto socioeconómico y, fundamentalmente de la falta de apoyos en vínculos amorosos.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de Estados Unidos (conocido como DSM) reduce el umbral por el cual se diagnostica a alguien cualquier desorden psicológico. Esto hace que sea mucho más sencillo que se designe a cualquiera como enfermo mental. Y se expande la definición de enfermedad para que incluya cada vez más facetas de la experiencia humana. Cosas que no deberían considerarse enfermedades, lo son.
Se medicaliza la vida diaria, lo que acabó derivando en la farmaceutificación de la vida. Las circunstancias sociales que nos rodean, las condiciones que hacen que el hipercapitalismo funcione, encajaban con este nuevo sistema.
Se crea un mercado masivo que mercantiliza el sufrimiento y lo convierte en una oportunidad de mercado.
Es necesario reivindicar que el sufrimiento, la acción de sufrir, es una llamada de atención, una protesta legítima ante las cosas malas que nos ocurren. Interpretar el sufrimiento de esa manera tiene muchas ventajas, porque nos fuerza a mirar nuestras vidas, nuestra historia, nuestro entorno y descurbir qué provoca que la situación sea difícil y realizar los ajustes necesarios. Pero también nos fuerza a mirar a toda la sociedad, examinar las estructuras que afectan tu vida de diferentes maneras.
Cuando el feminismo tomó las calles de manera masiva en la década de los '60, ¿de dónde venía? el movimiento de liberación de la mujer venía del dolor de las mujeres, de aquellas que sufrían por las condiciones sociales y se negaron a que las medicaran.
La pandemia ha animado a la gente a adueñarse de su propia angustia y a hablar de ella. No ha habido ningún otro evento social en la historia moderna que haya tenido un efecto similar. No es perfecto, pero legitimizó la crisis de salud mental. Es decir, vino a decirnos que no pasaba nada por estar mal y a animarnos a buscar ayuda.
Los problemas de salud mental no pueden resolverse con medicación. Sólo se podrán solucionar con remedios sociopsicológicos, no con drogas. O con intervenciones económicas, no médicas.
Para cambiar el modelo de salud mental se necesita un cambio en el modelo económico.
La gente quiere y necesita apoyo, ayuda, validación, respeto, comunidad para dejar de sentir solos y asustados. Esos tipos de servicios son los que debiéramos poner en marcha.
"Los grandes cambios sistémicos suelen ocurrir cuando un grupo de gente se junta para forzar cambios en las políticas"
El materialismo en nuestras propias vidas nos está destruyendo como personas: la idea de que soy mejor por tener una casa o un coche más grande, o que tengo más éxito por tener más cosas… eso tiene que desaparecer. Tenemos que empezar a recordar que lo que nos hace una mejor persona es quien soy, cómo me comporto y cómo me relaciono. Es imprescindible que recuperamos el arte de ser y de relacionarnos.
Sería ideal reducir el tiempo que invertimos en trabajar e invertirlo en sentirnos vivos, estar en comunidad, con la familia, leer…
FUENTE: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(21)02143-7/fulltext
